Historia de los bidones de metal: todo lo que necesita saber

Bidones reacondicionados VS bidones nuevos

A lo largo de la historia, los bidones de metal se han convertido en los envases más utilizados en todo el mundo para transportar y almacenar líquidos, ya sean mercancías peligrosas o no. ¿Pero alguna vez te has preguntado cuál es su origen o por qué son los envases más usados?

En este artículo te contamos todo lo que necesitas saber sobre las características y curiosidades de los bidones de metal.

Historia de los bidones de metal

Hasta bien entrado el siglo XXI la solución más común para transportar y almacenar líquidos pasaba por el uso de recipientes de barro, arcilla, tela, piel curtida o vidrio. Sin embargo, no fue hasta 1810 cuando Peter Durand demostró que el envase de hojalata era la mejor solución para la conservación de alimentos.

Este descubrimiento de Durand fue propiciado años antes por el mismísimo Napoleón Bonaparte, quien en 1795 ofreció un premio de 12.000 francos a quien inventara una forma de mantener los alimentos frescos durante un largo periodo de tiempo.

Años después, y tras muchas investigaciones, Durand dió con la fórmula mágica basándose en los hallazgos del cocinero Nicolás Appert, inventor del método de preservación hermética de los alimentos en botes de cristal.

historia de los bidones de metal

Sin embargo, la aportación de Durand desveló más ventajas que la de Appert, como la facilidad para la conducción del calor, su ligereza y su resistencia.

El campo militar fue el primer sector en que se experimentó el uso de los envases de metal. Aunque si bien es cierto que conservaba los alimentos en buenas condiciones durante más tiempo y facilitaba la labor de transportarlos, no era nada fácil abrir las latas. Piedras, palos, bayonetas, navajas e incluso disparos de fusil hicieron falta para abrir estas primeras latas de comida.

Las ventajas de los envases de metal

El descubrimiento de los envases de metal había conseguido un hito en la historia: conservar los alimentos en buen estado durante un tiempo prolongado. Esto que a priori puede parecer un hecho sin más importancia, supuso la posibilidad de envasar la cosecha para tener alimentos durante la época de escasez, disminuyendo las hambrunas y los periodos de pobreza cambiando los hábitos alimenticios de la población así como la calidad de las comidas.

Además, supuso una reducción en las pérdidas económicas a la hora de transportar mercancías entre puntos lejanos.

Bidones de metal: una revolución en el sector industrial español

Estos nuevos envases llegaron a España en 1840 gracias al naufragio de un navío francés cerca de Finisterre que dejó en el mar cientos de latas de pescado. Y, en menos de un año, ya estaba en marcha la primera fábrica, lo que supuso una revolución socioeconómica en el país, especialmente en Galicia, Cantabria y País Vasco.

Poco a poco, estos envases herméticos fueron aplicándose a diferentes sectores e industrias, lo que supuso un antes y un después en el sistema de envasado que propició la posibilidad de usar metal para fabricar contenedores para el transporte de mercancías a granel

De hecho, en la II Guerra Mundial ya comenzaron a utilizarse los bidones de metal y aluminio para el transporte de alimentos y combustible. El uso de los bidones metálicos se convirtió en un imprescindible debido a que estaban hechos con materiales conductores con poca resistencia al paso de la electricidad y por consiguiente, poca probabilidad de inflamación del contenido en su interior (en el caso del combustible). 

Esta idea ha evolucionado hasta nuestros días, donde los bidones de metal están fabricados con una pared exterior acanalada para mejorar la rigidez y para rodar.  Pensados especialmente para el almacenamiento y transporte de sustancias inflamables, su material conductor evita las formaciones de chispas y cargas electrostáticas.